miércoles, 19 de octubre de 2005

¿Hasta cuándo?

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La novedad, dicen, es uno de los rasgos fundamentales para garantizar el éxito de cualquier empresa, y no se podía esperar menos de nuestro queridísimo presidente, simpre tan apuesto, simpre tan dispuesto, siempre tan genial. Ahora, se nos ha confesado en la revista Marie Claire, siempre buscando nombres que no tienen nada que ver con el español, por ejemplo, zero, que es con "c" de constitución. Ha tenido que decirlo, sí, porque el pobre ya no se aguantaba más. Él es rojo, rojo de solemnidad, como si quisiera decantarse por el talantito de la unidad. Será la unidad de los rojos, como él los llama, porque yo tenía entendido que éramos todos iguales, pero ahora lo sé, menos mal, que están los rojos y los demás. Por si no fuera bastante con alimentar sentimientos y veleidades que parecían olvidadas, se declara feminista. ¿Qué quiere decir que no es machista?, pues vaya confesión, pero está bien que lo diga. Así nos quedamos más tranquilos.

Pero, en el fondo, lo que quería manifestar, porque siempre manifiesta con verdad, era su condición de persona, su ideal de pueblo llano, la utopía de su vida, a saber, que todos sean felices y de ahí su personalísima idea de la alianza de civilizaciones. Hay que entenderlo, es un ser utópico, como el resto de mortales que desean la felicidad de la tierra, porque, cómo no, todos somos iguales en este mundo, en esta tierra de las oportunidades, en este mar de sensaciones con talente de fresa, en esta España desmembrada del "porque yo lo valgo".

La famosa frase de Salustio en las Catilinarias viene al dedillo, porque la historia se repite, para expresar qué siente, qué desea, qué espera un pueblo de su gobernate, y en boca de Cicerón, Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?..., o lo que es ¿Hasta cuándo, Sr. Rodríguez, vas a abusar de nuestra paciencia? ¿Por cuánto tiempo se burlará de nosotros este furor tuyo?¿dónde estará el final de tu audacia desenfrenada?

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