Una razón instrumental, viciada por sus modestos y efímeros límites, no deja lugar a la búsqueda de las grandes respuestas y las grandes soluciones, al menos, las que satisfacen el anhelo más profundo de cualquier persona. Nuestra cultura y nuestra forma de ser inmersos ya en el siglo XXI, nos lanza a conformarnos con poco, a confundir la paz con la aceptación de un chantaje político, nacionalista y social. A confundir el progreso con una ideología, el avance social con la creación de leyes favorecedoras de unas minorías muy minoritarias que se empecinan en acentuar dicha diferencia, el respeto a las creencias religiosas con la imposición de un laicismo sectario, dogmático e inculto, propio de las sociedades menos avanzadas, o más primitivas, y la historia con la manipulación informativa.
Una razón que se conforma simplemente con mantener el tipo provoca la dejación de las posibilidades de crecimiento, porque las grandes metas devienen utopías, inalcanzables y, por tanto, carentes de sentido. Esta forma de ser deja las grandes preguntas del ser humano y su inculturación concreta en un mero espejo de lo que podría la persona en su entorno y su sociedad.
La razón que busca con fe lo que más le duele e inquieta nunca, deja de luchar y de conformarse con las minucias del momento, ni con la paz de los terroristas, ni con la violación de unos derechos que favorecen otros, ni con el típico "qué le vamos a hacer", ni con las mentiras. Porque la mentira se nos ha convertido en la paz de los políticos y en el hambre del pueblo. Y el Gobierno socialista lo sabe, y Zapatero lo sabe, y Rubalcaba lo sabe, y Más, y Maragall, y Chaves, lo saben. Y Rajoy con su pánfilo séquito experto en perder las mejores también lo saben.
Y estas mentiras están provocando que dejemos de ser lo que siempre hemos sido y lo que queríamos ser dentro de nuestra tierra y que nos preocupemos por lo que menos importa a cualquier persona para dejar de lado las preguntas y los sentidos, pero sobre todo, la verdad de nuestro presente. Ya va siendo hora de que nos caigamos del guindo y afrontemos la responsabilidad que le debemos a los que nos antecedieron y a los que les debemos dejar un futuro digno y en paz.
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