miércoles, 22 de marzo de 2006

La sociedad española herida de muerte

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Dicen que uno de los rasgos de la sociedad occidenteal contemporánea es la autoconciencia de su propia valía y dignidad frente a las opresiones políticas e ideológicas. Si se aplicara esta máxima a la sociedad española supondría la excepción que confirma la regla y la corroboración de que la democracia no es una nota que defina ni a los habitantes ni a las instituciones de esta insigne, pero agonizante España.

Las grandes dictaduras españolas instauradas tras el periodo de la Transición no han hecho más que abocar a esta nación hacia la "des-conciencia" de sí misma y a la creación -ex nihilo- de una especie de edén en el que todos creen poseer la verdad y ser dueños del árbol de la pecunia pública.

La imparable desconfianza de la sociedad en los poderes públicos se traduce, sorprendentemente, en un apoyo tácito a estos mismos poderes, que endulzan el lenguaje de su propio ejercicio y silencian el robo de los derechos y de la dignidad de los ciudadanos como tales.

Herida de muerte está la sociedad española, porque la desconfianza no liga con el conformismo, sino cuando la neurosis ya no tiene remedio. Pocos hablan, pocos protestan, pocos critican, pocos alzan la voz y muchos conceden el beneplácito propio de los iletrados que se dejan guiar por la engañifa del eufemismo victimista de los dirigentes. Porque la contudencia de las palabras dichas como reacción a una ofensa siempre hacen mella en el sentir popular que no critica, sino que aplaude.

Si el conformismo y la aceptación popular a modo del "no sabe no contesta, pero me parece bien" es una triste realidad se debe a que, o se es cómplice o víctima egoísta de la irresponsabilidad civil -véase LOGSE y LOE-.

La autoconciencia de la propia dignidad se ha transformado, como una nueva especie, en la preocupación de mantener el propio cotarro y en la creencia de que todo se sabe y, lo que se sabe, es suficiente, como aquello de las cuatro reglas. Los expertos en la vida, que son los españoles, han borrado de su inconformismo innato las reglas de los derechos y las han sustituido por la soportabilidad de lo insoportable y la comunión con las ruedas de molino de las dictaduras autonómicas de España y la permisividad remunerada del Gobierno y sus amiguetes.

La sociedad española ha sido anulada por completo. Y esta espiral será difícil de parar. ¿Qué pasará si el enfermo no se queja más?

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