martes, 23 de mayo de 2006

La mentira del estatuto andaluz en el Congreso

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Si todo corre por su cauce, hoy se dará el primer paso parlamentario para la consecución de la tropelía que supone la aprobación del estatuto andaluz de autonomía, -y lo de autonomía nunca mejor dicho-. El trámite en el Congreso de la soberanía popular se nos antoja como menos una pantomima que sólo servirá para que algunos políticos justifiquen su cuantioso salario.

La discusión y el debate de los artículos se convertirá en un ir y venir de aporías ideológicas que se someterán al yugo del voto mayoritario y la causa nacionalista neoprogre de las palmarias autodeterminaciones. Porque las historias nacionales que se cuentan para darse la importancia y la categoría de pueblo específico no tienen nada que envidiar a las de un tal Dan Brown y su Código da Vinci.

No hay más que escuchar a los que pretenden imponer la lengua andaluza como diferente del español con acento, ni siquiera un dialecto de éste. O encontrar en Séneca y Trajano las raíces del pueblo andaluz, diferente de todo lo que fue, pudo y existe hoy día más allá de Despeñaperros. Más cercanos a nuestros hermanos magrevíes, de común pasado, que a los que aún se hacen llamar españoles.

Y en todo este enfrascado, las acusaciones del señor Chaves y de todo el aparato socialista tildando de antidemócratas y antitodo a los señores del Partido Popular por no aceptar el mejor de los mejores estatutos posibles en esta bendita tierra de María Santísima de Rosa en la Mano, izquierda, por supuesto. Porque consenso, para éstos, significa simplemente acatar lo que el poder ordena, dicta y manda como lo que es bueno para sí.

Y lo dicho, un estatuto sin acuerdos, sin consenso y sin diálogo, que huele un poco a artimañas de pecunia, en cuya historia nacional quedarán non gratos los que no agachen el cabezo y besen la mano del todopoderoso. Amén.

1 comentarios:

El Cerrajero dijo...

Así el el cortijo del señorito Cháves para alegría de todos los cacique$ $ociata$