miércoles, 20 de septiembre de 2006

El Islam y los progres

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La grandeza del Islam parece que recae en su capacidad de autodeterminación, sobre todo, desde la perspectiva de los progres españoles que no son capaces de comprender la libertad de todos y cada uno de los ciudadanos, sino sólo de unos pocos, amigos y conocidos, siempre que recaiga la culpa sobre los que ellos mismos, estos progres, consideran que viven y piensan en contra de sus maniqueos ideales e intereses trepas.

Lo del Islam, su desmesurada respuesta ante las frases del Papa Benedicto XVI, no nos coge de nuevos, porque ya sabemos de qué pie cojean los que quieren ensalzar sus propios ideales usando la parte más radical de las suras del Corán. Lo que ya no alcanzamos a comprender ciertamente es la postura de todos estos que no saben ni qué es el Islam, ni qué es el cristianismo, ni son capaces de entender unas palabras sencillas que sólo hacen defender la razón de la religión como encuentro entre los seres humanos.

El intento por hacer ver a la opinión pública de que históricamente han tenido razón cuando defendían la tesis de la maldad de la Iglesia y su jerarquía, llega en estos días a límites insospechados. De nuevo, la confusión entre libertad, democracia y manipulación informativa (ideológica), es la nota fundamental entre los que defienden la bondad de los radicales islámicos y la maldad de unos cristianos que pretenden poner los puntos sobre las íes para que esa opinión no se convierta en el santo y seña de la debacle social de occidente, para que las amenazas de expansión del Islam en Europa no sean tomadas como un derecho loable de autodeterminación sobre los que escuchan tal palabro y se les nubla la vista de tanto gusto.

No todo vale, y el uso político e ideológico de cualquier religión no es tolerable en una sociedad basada en el cumplimiento de los derechos individuales, aunque la mayoría no se cumplan. Por esta razón, no podemos comprender cómo los defensores progres de la libertad y esos derechos que tanto gustan de gritar cuando las aguas vienen cargadas de subvenciones que pagamos todos los ciudadanos, defienden a ultranza los derechos de unos radicales que no dejan que en sus países, precisamente, se cumplan ni uno solo de esos derechos, ni siquiera que se dé algo tan normal para ellos como la democracia.

Y si a los progres les ponen las amenazas de la reconquista de occidente, véase Al-Ándalus u 11-S, pues que se borren de todo lo que occidente significa y se vayan a vivir in situ la verdadera realidad islámica y su democracia coránica. O si lo prefieren que se vayan a Cuba, pero sin vivir del cuento.

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