Como ya sabemos, uno de los postulados fundamentales en esta nueva forma política de la agresividad progresista y de la imposición desvergonzada de las razones para creer, lo acapara por completo la Iglesia, sus curas y sus fieles.
La cruzada laica elaborada por las cúpulas más pensantes y más intransigentes de nuestra avandaza y moderna sociedad ha logrado el primero de los hitos de la tan ansiada y necesaria panacea socialista-laica, extirpar de los presupuestos generales del Estado la dotación destinada a la Iglesia Católica. Podríamos imitar el anuncio que hacen los impresentables de Buenafuente y Wyoming diciendo que la X en la casilla de la Iglesia sirve exclusivamente para poder atender concretamente a las personas que el gobierno español desaucia integralmente y no para pagarle la vida padre a los, que afirman y creen, que por un lado rezan, y por el otro trincan todo lo que pueden.
El Estado ya no dará ni una chica a la Iglesia Católica, pero sí a las comunidades islámicas, por ejemplo, en forma de terrenos y de dineros para que puedan atender la demanda generada en sus numerosas obras sociales, tan beneficiosas ellas para el común de la sociedad. Y es que la Iglesia no se dedica a esos menesteres de atender y cuidar a los que ya nadie quiere, eso es una patraña.
Que la Iglesia se autofinancie es una noticia bien recibida por la mayoría de los fieles cristianos, sobre todo, a la hora de exigir derechos sin onerosidad al Gobierno de la nación. Pero, sobre todo, para exigir y denunciar el agravio comparativo con otras confesiones religiosas más afines a la alianza de civilizaciones y cuyo único objetivo es construir en España imitaciones forzosas de sus propias sociedades, empíricamente incompatibles con la sociedad occidental.
Ya no entrará en la Iglesia un dinero que no proceda de ella, pero que cada cual asuma su responsabilidad. Si el Gobierno de Zapatero opta por invertir en los nacionalismos, en las minorías y en Educación para la Ciudadanía, tendrá irreversiblemente que atender a todos los reducidos por él mismo y de los cuales nunca se ha ocupado. Los números pocas veces engañan. ¿Qué pasará entonces? ¿Qué nuevo truco sacará de su chistera para convertir las piedras en pan, verdadero?
La cruzada laica elaborada por las cúpulas más pensantes y más intransigentes de nuestra avandaza y moderna sociedad ha logrado el primero de los hitos de la tan ansiada y necesaria panacea socialista-laica, extirpar de los presupuestos generales del Estado la dotación destinada a la Iglesia Católica. Podríamos imitar el anuncio que hacen los impresentables de Buenafuente y Wyoming diciendo que la X en la casilla de la Iglesia sirve exclusivamente para poder atender concretamente a las personas que el gobierno español desaucia integralmente y no para pagarle la vida padre a los, que afirman y creen, que por un lado rezan, y por el otro trincan todo lo que pueden.
El Estado ya no dará ni una chica a la Iglesia Católica, pero sí a las comunidades islámicas, por ejemplo, en forma de terrenos y de dineros para que puedan atender la demanda generada en sus numerosas obras sociales, tan beneficiosas ellas para el común de la sociedad. Y es que la Iglesia no se dedica a esos menesteres de atender y cuidar a los que ya nadie quiere, eso es una patraña.
Que la Iglesia se autofinancie es una noticia bien recibida por la mayoría de los fieles cristianos, sobre todo, a la hora de exigir derechos sin onerosidad al Gobierno de la nación. Pero, sobre todo, para exigir y denunciar el agravio comparativo con otras confesiones religiosas más afines a la alianza de civilizaciones y cuyo único objetivo es construir en España imitaciones forzosas de sus propias sociedades, empíricamente incompatibles con la sociedad occidental.
Ya no entrará en la Iglesia un dinero que no proceda de ella, pero que cada cual asuma su responsabilidad. Si el Gobierno de Zapatero opta por invertir en los nacionalismos, en las minorías y en Educación para la Ciudadanía, tendrá irreversiblemente que atender a todos los reducidos por él mismo y de los cuales nunca se ha ocupado. Los números pocas veces engañan. ¿Qué pasará entonces? ¿Qué nuevo truco sacará de su chistera para convertir las piedras en pan, verdadero?
1 comentarios:
Les gustan las minorías excepto a la hora del voto, que prefieren la mayoría progre y bien adiestrada. Lo de este gobierno con las sotanas es de psiquiatra.
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