El fin del régimen ZP (esperemos)

Ya estamos en el final, en el momento más esperado de los últimos cuatro años, el momento en que tendremos, D.m, el premio a nuestros esfuerzos, el fin de la era (régimen) de ZP. Han sido cuatro años de ofensas, de negaciones, de soportar la injusticia por los intereses de ZP y sus amigos, de tener que escuchar que las cosas, que son realmente, eran otra cosa, de tener que justificar nuestra postura liberal ante la laxitud que se tiene en este país con los declarados de izquierdas, siempre leales a cambio de una subvención. Cuatro años de ver nuestra libertad cada minuto, cada día, cada consejo de ministros, cada ley, cada sentencia, más mermada y casi anulada.

Votar a Zapatero o no votarlo, supone a estas alturas, un acto de la más vil ofensa a la libertad o un acto sanidad pública, sanidad ciudadana o sanidad a secas. Porque la destrucción social provocada por el presidente no ha de ser más que correspondida con el arma que tenemos los ciudadanos, los votos, las urnas, dando la espalda electoral. Aunque más que espalda, el navajazo definitivo a las aspiraciones totalitariamente absurdas de un individuo que nunca debió ser presidente. Él ha vuelto a contagiar a España con la enfermedad de la división, con la enfermedad del radicalismo, con la enfermedad del odio al próximo y la solidaridad con el alejado, con la enfermedad que padecen los que siempre creen que poseen la verdad. Un quasi virus letal que muta hacia la erradicación de las libertades, del derecho y de la justicia en España.

Confío en que las encuentas, como casi siempre, se equivoquen. De lo contrario, se habrá demostrado que España y los españoles estarán firmando su certificado de defunción, o de suicidio colectivo, al modo de Montes, pero a lo bestia. Un poder judicial hundido, una economía hundida, unos derechos hundidos, una nación hundida, y la libertad, muerta. Y si no, a quien Dios se la dé , san Pedro se la bendiga.