La tensión sigue dando sus frutos

Ante el ataque desmesurado de los radicales de izquierdas, como el nuevo episodio acontecido hoy en Gerona contra una candidata del Partido Popular de Cataluña, habría que preguntarse si dichos ataques son provocados por los militantes del PP, dada su política antidemocrática, según palabras de Pepe Blanco, Caldera, Zapatero, Bermejo, LLamazares... o, si los ataques se deben al odio que sienten por la libertad de estos mismos radicales. Pero, sobre todo, habría que preguntarse si la conveniencia de la tensión pregonada por el presidente del gobierno tiene relación directa con las reacciones de grupos minoritarios, radicales de izquierdas que no dudan en amenzar y amedrentar a todo el que ose enarbolar la bandera de la libertad de expresión.

Caben dos respuestas. O Zapatero no quiso decir lo que dijo o dijo lo que queria decir. Porque, dramatizar, lo que es dramatizar, los ataques de los radicales no se parecen en nada a una escena, si no que se lo digan a las personas que han sufrido estos atropellos, San Gil, Rosa Díez, Dolors Nadal, y tantos anónimos que nunca saldrán en los medios.

Si Zapatero no quiso decir lo que dijo, lo de la tensión, entonces es que es un bobo solemne que intenta mentir hasta a su amigo Iñaki, con lo que se demuestra que es mentiroso hasta el más no poder y, por tanto, las urnas deberían expulsarlo a la oposición. ¿Quién así es digno de confianza y menos para garantizarles sus derechos?

Si dijo exactamente lo que quería decir, entonces es que su nivel ético se asemeja al de las ratas y está provocando, con interés político y personal, el ataque a la libertad, el derribo de los derechos fundamentales de los ciudadanos, la negación de la democracia, el hundimiento de la dignidad de las personas, al tiempo, la formación del odio, el alentamiento de la xenofobia y la construcción de un régimen totalitario unilateral y disgregador.

A estas alturas, personalmente, ya no creo en la candidez del presidente del Gobierno y, si hasta el color de las corbatas son tenidas en cuenta, mucho más unas palabras al oído dichas a un amigo que le pregunta cómo le van las cosas. Y, ¿dónde están las condenas a estos ataques siempre contra los mismos? ¿Hasta dónde pueden llegar a tomarse en serio los que violan la libertad por unas palabras dichas fuera de micrófono? Para echarse a temblar.

Foto: pvp.org.uy