El trono de Génova

Zapatero ganó las elecciones, para desgracia de muchos y alegría de sus votantes, incluídos lo radicales de izquierdas, que esta vez, sí que dieron su sí quiero al niño de la ceja. Y, mientras, los del Partido Popular enfrascados en una guerra civil por el trono de Génova que, en estos momentos de euforia ajena, deberían haber esperado a que pasase la tempestad y aprovechar, entonces, las seguras pifias del presidente del gobierno y su ejecutivo. Porque, si en tiempo de tormenta no son buenas las mudas, mucho menos ahora que las críticas sobre las estrategias y las personas del PP se suceden sin pausa y con muchas prisas.

Si Rajoy debe irse sería una cuestión a tener en cuenta a finales del 2008, por prudencia y por aquello de escrutar al candidato más idóneo si lo hubiere. Lo contrario, supone dar la carnaza que tanto ansían y tanto gustan a los que no tienen vela en el teatro político del entierro de la sardina popular.

Y es que Rajoy, por lo menos, merece un trato de confianza ganado a base de sobriedad, esfuerzo y valía, aunque haya pecado en numerosas ocasiones de una candidez que no venía al caso o de pasadas de frenada que han sabido aprovechar bastante bien sus rivales políticos. De hecho, su imagen ha sido el mayor lastre en esta campaña y en estos cuatro años, sobre todo, cuando se ha enfrentado al producto mediático que es Zapatero, el Z, la ceja, el ZP y que fue creado expresamente parea esta función.

Y es que, sin olvidar que vivimos en la sociedad de la imagen, los argumentos y los datos están ahí. Por eso, los postulados que ha defendido Rajoy deberían ser tenidos en cuenta dado su valor y su verdad. Unos postulados que no tienen nada que ver con la imagen, porque sólo desde un mensaje recio se podrá construir un partido serio. Y por mucho que ahora quieran dar aires nuevos al PP los internos al partido, no han de caer en la trampa de la sonrisa y el talante que tanto han criticado. ¿O es que lo que pretenden es hacer una política más light, más centrista, más moderada y más todo para ver si se arañan unos pocos de votos de aquellos votantes que no se fijan en lo que se dice, sino en la sonrisa de quién lo dice? Si es así, mal vamos.