La bomba mediática que han supuesto las declaraciones del teniente general del Ejército Español, Mena Aguado, no hace más que corroborar la intentona del Gobierno de Zapatero de minar la libertad de expresión y la defensa de la democracia. Con estas banderas, manías ya de tanto uso, el imperio mediático afín al Gobierno, así como la importancia dada a las declaraciones de los dirigentes de ERC, CIU, IU y el portavoz del PSOE, pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino y condenar al militar Mena a la pena más grande.
Pero el teniente general Mena Aguado del Ejército Español no ha hecho más que defender la nación española y la Constitución que la sostiene, aun a riesgo de obviar su carrera militar y su reputación, sin contar con la pensión de la que no se ha hablado pero, me huele a mí, que quedará bien mermada como castigo de la osadía y la defensa de España, patrones fundamentales del Ejército.
Arrestar y destituir a un señor que lo que ha hecho es alertar contra los peligros de la aprobación del estatuto catalán en los términos en los que ahora se plantean y de las posibles consecuencias que se derivan de ello, no es más que la muestra de la inaudita incapacidad de un Gobierno que no sabe dónde tiene los pies ni hacia dónde quiere dirigir su voluntad, la incapacidad de un Gobierno que quiere sacar tajada de cualquier acontecimiento para que quede patente su capacidad de reacción y para que sus incondicionales salgan de nuevo con el no a la guerra de marras, más hipócrita que nunca.
El general Mena ha demostrado que no todo es risa y talante, a sabiendas de las consecuencias para él. Ha demostrado que el estatuto no es tan bueno para España como dice el Gobierno. Ha demostrado que España es mucho más que los políticos que creen tener la soberanía popular en el bolsillo y que pueden hacer con ella lo que les venga en gana. Ha puesto sobre la mesa las consecuencias reales de la disgregación de España como nación y ha advertido de cuál es la misión del Ejército Español, defender la Constitución y la soberanía de España, aquí y donde sea. Pero, sobre todo, nos ha hecho caer en la cuenta de modo patente, de que no vivimos en una democracia, que no poseemos esa libertad de expresión que usa el Gobierno y sus socios para acallar la voz en defensa de una libertad con mayúsculas y que lo único que pretenden es sacar tajada, ni más ni menos. Aparte de la ambición de Bono por alcanzar el trono de la Moncloa.
El valor demostrado por el teniente general Mena Aguado debería de convertirse en fermento de la libertad para todos los españoles que no hemos aprendido a soportar lo insoportable y que buscamos y defendemos esa libertad, ante todo.
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