miércoles, 22 de febrero de 2006

Psicopatología política o de cómo gobernar para los amigos

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Dicen los pocos entendidos, que la fe consiste en creer lo que no se ve, y es, precisamente este Gobierno laico (ateo) que ni tiene fe en nadie ni cree en la verdad informativa, el que está exigiendo de la mayoría de los españoles, menos unos pocos privilegiados, confianza, paciencia y fe cuando manifiestan a bombo y platillo que el fin del proceso de paz en el País Vasco está a la vuelta de la esquina. Y todo sin otorgar dato preciso.

Se ve que estos señores no llegaron a estudiar la parte que decía "fides quaerens intellectum" (la fe a través de la razón). Porque sin razones no se puede creer en nada. Cualquier persona con el mínimo de amor por el espíritu humano lo sabría, ¿y no es esto lo que preconiza Zapatero? Si no que se lo digan a Rubalcaba cuando exigía datos y más datos veraces (que ya poseía) en aquellos tristemente famosos once al catorce de marzo.

Llamazares casi se expande tras el éxtasis político al ser citado por Zapatero, nada más y nada menos que en la Moncloa, para informarle de "toito" el proceso. Y parece que está convencido, pero de que el Partido Popular quede excluído de la tan veraz y palmaria información sobre la banda terrorista ETA (a partir de ahora, los no-vencidos"

Parece ser que Zapatero arrastra un trauma desde que se enteró que un teniente republicano, su abuelo, fue fusilado por los nacionales en plena Guerra Civil. De modo que, si arrastra un trauma ha de recibir ayuda cualificada, porque igualar a las víctimas del terrorismo vasco con la muerte de su abuelo no es más que el síntoma inequívoco de la terrible enfermedad psíquica que padece.

Tantas concesiones a los propios etarras y a los nacionalistas catalanes y vascos ávidos de privilegios y sempiternamente insatisfechos, no son más que síntomas de dicha enfermedad psicopolítica que padece Zapatero. Y como cualquier enfermedad infectocontagiosa, además, que se precie, hace estragos entre todos los que rodean y confían sin razones en la cepa del, llamémoslo también, virus.

Y un virus que nace de la tergiversación histórica de los vencedores y vencidos (menos la no vencida ETA), de los buenos y los malos, de los LLamazares y Fideles de turno y del Dios Padre ha muerto en Occidente, pero no Alá. Dios no lo quiera.

Menos mal que con no comer carne de ave poco hecha y no comer huevos duros el contagio es poco probable y el riesgo aún menor. A ver si tenemos suerte y los pajarracos de Doñana se quedan en Moncloa y nos hacen un favor para que muerto el perro, fuera la rabia.

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