España no se merece un gobierno que miente y tampoco un Presidente que anteponga su voluntad a la de millones de españoles, porque la voluntad, en todo caso, pertenece al pueblo, soberano en estas lides y al cual, tiene la obligación moral y fáctica de tener en cuenta, de escuchar y de llevarla a cabo. Precisamente esa es la misión del Estado, garantizar los derechos del pueblo y hacerlos cumplir antes de cualquier interés personal.
Desoir las advertencias del Gobierno francés sobre la actividad de ETA en el sur de Francia, negar el rearme de la banda para guardarse las espaldas frente a la inminente rotura del "proceso", negar la existencia de la extorsión a los empresarios vascos, manipular el poder judicial en las innumerables citas contra el pueblo español en apoyo de los asesinos, olvidar el clamor de las víctimas que se niegan a las conversaciones con ETA y exigen la verdad del 11-M, tantear la posibilidad de la anexión de Navarra y la independencia del País Vasco e imponer su voluntad interesada frente a la petición de la calle, que es la que sabe de estas cosas, muestra que Rodríguez Zapatero debe desaparecer no sólo del Gobierno de España, sino de la vida política. Ha demostrado su incapacidad para gobernar ecuánimamente, por ignorancia y por abyección a la libertad. Y eso ha de pagarlo. Todo lo que no sea esto, será un atentado contra la democracia, la justicia, la dignidad y la libertad.
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Despropósito contra la religión (26 de noviembre de 2005)
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