Rajoy gustó y se gustó, sobre todo, en la primera parte de la contienda. Zapatero, fue ganando terreno hasta que terminó a la misma altura. O, al menos, así creo yo. La propia imposibilidad de un diálogo, dado los argumentos defensivos de Zapatero y los coherentes ataques de Rajoy, dejaron a los espectadores más indiferente que con una opinión clara y concisa de las posturas de cada uno. De hecho, el debate no era para eso.
No quiero ser optimista, pero tampoco tengo motivos para ser derrotista. Yo iba con Rajoy, y seguro que mi visión no puede ser menos que parcial, aún más, conociendo los argumentos de uno y de otro, como todos conocemos. Porque Rajoy fue contundente, y dijo lo que pensaba, y lo que piensan diez millones de españoles, y alguno más, seguro. Zapatero, inmerso en sus latiguillos torticeros de siempre, no se abajó como tenía que hacerlo por su condición de Presidente del Gobierno. Refirió continuamente al pasado, sobre todo, al Gobierno de Aznar sin demasiado acierto. Argumentos maníos que recordaban la historia reciente de España, pero que no convencieron a nadie, si acaso a sus votantes acérrimos.
La exposición de Rajoy se basó en las preocupaciones de los españoles que sobresalen en cualquier encuesta. Terrorismo, inmigración, paro, educación y vivienda. Y la hizo con arte, con estilo, con claridad, usando términos compresibles por todos los ciudadanos. Dio la imagen, que es lo importante, de que sabía de lo que hablaba y que tenía motivos para creer que él sí que lo podía hacer mejor que Zapatero, aunque no tiró demasiado de medidas concretas porque se lanzó a poner sobre la palestra las incoherencias, la ineficacia y las mentiras del gobierno de Zapatero.
Pero Zapatero, no afrontó el debate como candidato, sino como presidente y, por eso, inevitablemente, tuvo sus ases en la manga, el supuesto prestigio de la gestión y la urgente confianza de los españoles en 2004. Ése fue su juego, criticar la gestión de Rajoy como minsitro y recalcar las cifras ampliamente mejoradas de su gobierno según sus fuentes, curiosamente, las mismas que manejó Rajoy, pero de muy diferente resultado. Alguien, sin duda, mentía.
Bien Rajoy en hacer hincapié en la doble cara de Zapatero, en mostrar sus vergüenzas. Mal Rajoy al no responder a la atosigante interpelación sobre el trasbase del Ebro. Mal en el colofón de la niña. Mal en el nerviosismo de la segunda parte.
Bien Zapatero en la imagen de víctima ofendida que dio resultado. Esperaba que Rajoy dijera los que dijo sobre las víctimas del terrorismo y Zapatero lo aprovechó. De hecho, en la mayor parte de las tertulias posteriores no querían salir del tema. Mal Zapatero en la defensa de su gestión, porque no había gestión que defender. Mal sus silencios. Mal su intento de intimidación ocular. Mal las crisis momentáneas ante los argumentos de Rajoy. Mal la continua apelación al pasado. Mal el olvido de los problemas reales de los ciudadanos y su negativa a hablar de propuestas y de futuro. Cosa, que sí hizo Mariano Rajoy.
El balance, por tanto, intentando ser lo más objetivo posible, es, unas tablas mediáticas entre los dos contrincantes que se decanta ligeramente por Zapatero y una, no muy extensa, victoria de Rajoy en cuanto a los argumentos y la razón fundamental del debate. Tan importante fue el debate, como las tertulias posteriores, que se encargaron de tapar la falta política de Zapatero fijando los puntos de vista sobre las debilidades de Rajoy. Pero eso, ya lo sabíamos.
No quiero ser optimista, pero tampoco tengo motivos para ser derrotista. Yo iba con Rajoy, y seguro que mi visión no puede ser menos que parcial, aún más, conociendo los argumentos de uno y de otro, como todos conocemos. Porque Rajoy fue contundente, y dijo lo que pensaba, y lo que piensan diez millones de españoles, y alguno más, seguro. Zapatero, inmerso en sus latiguillos torticeros de siempre, no se abajó como tenía que hacerlo por su condición de Presidente del Gobierno. Refirió continuamente al pasado, sobre todo, al Gobierno de Aznar sin demasiado acierto. Argumentos maníos que recordaban la historia reciente de España, pero que no convencieron a nadie, si acaso a sus votantes acérrimos.
La exposición de Rajoy se basó en las preocupaciones de los españoles que sobresalen en cualquier encuesta. Terrorismo, inmigración, paro, educación y vivienda. Y la hizo con arte, con estilo, con claridad, usando términos compresibles por todos los ciudadanos. Dio la imagen, que es lo importante, de que sabía de lo que hablaba y que tenía motivos para creer que él sí que lo podía hacer mejor que Zapatero, aunque no tiró demasiado de medidas concretas porque se lanzó a poner sobre la palestra las incoherencias, la ineficacia y las mentiras del gobierno de Zapatero.
Pero Zapatero, no afrontó el debate como candidato, sino como presidente y, por eso, inevitablemente, tuvo sus ases en la manga, el supuesto prestigio de la gestión y la urgente confianza de los españoles en 2004. Ése fue su juego, criticar la gestión de Rajoy como minsitro y recalcar las cifras ampliamente mejoradas de su gobierno según sus fuentes, curiosamente, las mismas que manejó Rajoy, pero de muy diferente resultado. Alguien, sin duda, mentía.
Bien Rajoy en hacer hincapié en la doble cara de Zapatero, en mostrar sus vergüenzas. Mal Rajoy al no responder a la atosigante interpelación sobre el trasbase del Ebro. Mal en el colofón de la niña. Mal en el nerviosismo de la segunda parte.
Bien Zapatero en la imagen de víctima ofendida que dio resultado. Esperaba que Rajoy dijera los que dijo sobre las víctimas del terrorismo y Zapatero lo aprovechó. De hecho, en la mayor parte de las tertulias posteriores no querían salir del tema. Mal Zapatero en la defensa de su gestión, porque no había gestión que defender. Mal sus silencios. Mal su intento de intimidación ocular. Mal las crisis momentáneas ante los argumentos de Rajoy. Mal la continua apelación al pasado. Mal el olvido de los problemas reales de los ciudadanos y su negativa a hablar de propuestas y de futuro. Cosa, que sí hizo Mariano Rajoy.
El balance, por tanto, intentando ser lo más objetivo posible, es, unas tablas mediáticas entre los dos contrincantes que se decanta ligeramente por Zapatero y una, no muy extensa, victoria de Rajoy en cuanto a los argumentos y la razón fundamental del debate. Tan importante fue el debate, como las tertulias posteriores, que se encargaron de tapar la falta política de Zapatero fijando los puntos de vista sobre las debilidades de Rajoy. Pero eso, ya lo sabíamos.
8 comentarios:
Ganó Rajoy por goleada.
Para mí al revés, Zapatero se fue perdiendo según avanzaba el debate. El último tercio del programa fue ya una huida a la desesperada tirando de Irak, Prestige y Actores, llorando por lo de la agresión a las víctimas o poniendo cara de póker cuando Rajoy le preguntaba si le parecía una España unida la que se enfrentaba a un referendum separatista en Octubre
A mi Rajoy me sorprendió gratamente,dando un repaso en toda regla a un Zapatero,que por momentos,estuvo sonado.
Se agarró a Irak,y al 11-M,y al fantasma de Aznar,lo que prueba que si rascas,(y ayer se vió con claridad)de bajo de la sonrisa y el "talante" no hay absolutamente nada.
me ha gustado lo q dices de las tertulias. Yo escuché lo q pude por internet ( creo q Onda Cero, RNE y la SER) y del contenido de Zapatero no se hablaba, sólo del contenido de Rajoy y de las formas y actitudes. Así es como se maquilla todo y al final parece q Zapatero dijo mucho cuando en realidad no aportó nada para el futuro e interpretó bien su papel de víctima. Un papel que el PP se lo pone en bandeja siempre.
Pero de cara a la opinión pública, ninguno ganó. Es más, lo que se respira es que asistimos a un cúmulo de reproches mutuos como si se tuvieran cosas guardadas desde hace años y se lo dijeron todos. Para mí ganó Rajoy, con sus argumentos. Zapatero sacó a pasear los temas de siempre, que querámoslo o no, sigue calando en la sociedad. Los que teníamos nuestro voto más que pensado lo teníamos fácil a la hora de afrontar el debate.
Hoy, gente conocida votante del PP, hemos dialogado y casi todos llegabana a misma conclusión. Ninguno ganó y decían que Rajoy había quedado mal. Y eso es lo que se le queda a la gente. Por supuesto, que Zapatero fue "knockeado", pero eso no quita que fuera percibido por la audiencia en general, sobre todo, después de los debates posteriores, con la misma importancia si cabe que el debate en sí. En el debate se exponía. en las tertulias se creaba opinión.
una cosa offtopic; creo q te falta un premio arte y pico q te di yo hace una semana y algo. te lo dejé escrito como comentario en algún artículo, así q puedes añadirlo a tu lista.
Y como dices, el debate expone y las tertulias crean opinión. Ese es el poder de los medios.
gracias Ramón, disculpa por no darme cuenta. te lo agradezco. Lo haré aparecer en el siguiente post. Un saludo.
Me gustó muchísimo el debate. Porque, independientemente de lo que nos digan las encuestas y de lo que nos digan los medios, que, como es natural, cada uno justificará el porqué ganó su candidato preferido; lo que consiguió magistralmente Rajoy fue demostrar que a Zapatero no se le puede creer.
Le acusó de mentiroso varias veces, y Zapatero no pudo más que babucear excusas aún menos convincentes.
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