El PSOE está desquiciado. Pocos, con sentido común, pueden dudar de dicha afirmación. La manifestación del 30 de diciembre les hizo mucha pupa, no porque se sientan afectados por la presencia de cientos de miles de personas defendiendo algo que ellos no defienden, sino porque no pueden aguantar que la gente tenga opinión propia, y mucho menos, los obispos.
El "lobby gay" puede decantarse por unas siglas políticas, y manifestar dicha orientación. También lo pueden hacer los vividores de la subvención cultural, titiriteros que dejaron hace tiempo el carromato y que ahoran viajan de "superVIP". Los musulmanes de Madrid, Fuengirola, Ceuta o Melilla están en su derecho de pedir el voto para el PSOE, cuando según el mismo PSOE nada tiene que ver religión y estado. Las asociaciones abortistas se decantan sin tapujos y pretender orientar el voto ajeno hacia posturas interesadas. Nada que decir de aquellos "grupas" que defienden un mundo en femenino porque todo lo que nos rodea supone una ofensa contra la mujer, y es, sólo, el PSOE quien las defiende políticamente. Los sindicatos afines, casi todos, por aquello de las dádivas, piden un voto de izquierdas para que el progreso sea eso, progreso. Los jueces, gentes de renombre, con sus manifestaciones, piden el voto para aquellos que les han prometido hasta el moro, siendo la figura del juez, la persona imparcial por antonomasia.
Si el que habla es el Ejército, ya se sabe, si no que se lo digan al General Mena, y si la que habla es la Iglesia, entonces la reacción se antoja casi propia de animales. Si el ardid económico de Solbes les ha salido por la culata. Si la esperanza del fin de ETA a base de la entrega de la dignidad de España, sus tierras y su dinero ha supuesto el fin de la credibilidad del Gobierno. Si las leyes estrella del PSOE no tienen ni base legal ni base económica para que sean llevadas a cabo, sólo les queda el recurso de expulsar toda su ira contra la Iglesia.
El "lobby gay" puede decantarse por unas siglas políticas, y manifestar dicha orientación. También lo pueden hacer los vividores de la subvención cultural, titiriteros que dejaron hace tiempo el carromato y que ahoran viajan de "superVIP". Los musulmanes de Madrid, Fuengirola, Ceuta o Melilla están en su derecho de pedir el voto para el PSOE, cuando según el mismo PSOE nada tiene que ver religión y estado. Las asociaciones abortistas se decantan sin tapujos y pretender orientar el voto ajeno hacia posturas interesadas. Nada que decir de aquellos "grupas" que defienden un mundo en femenino porque todo lo que nos rodea supone una ofensa contra la mujer, y es, sólo, el PSOE quien las defiende políticamente. Los sindicatos afines, casi todos, por aquello de las dádivas, piden un voto de izquierdas para que el progreso sea eso, progreso. Los jueces, gentes de renombre, con sus manifestaciones, piden el voto para aquellos que les han prometido hasta el moro, siendo la figura del juez, la persona imparcial por antonomasia.
Si el que habla es el Ejército, ya se sabe, si no que se lo digan al General Mena, y si la que habla es la Iglesia, entonces la reacción se antoja casi propia de animales. Si el ardid económico de Solbes les ha salido por la culata. Si la esperanza del fin de ETA a base de la entrega de la dignidad de España, sus tierras y su dinero ha supuesto el fin de la credibilidad del Gobierno. Si las leyes estrella del PSOE no tienen ni base legal ni base económica para que sean llevadas a cabo, sólo les queda el recurso de expulsar toda su ira contra la Iglesia.
3 comentarios:
El problema es muy simple, ellos quieren limitar el derecho de libertad de expresión de algunos, hasta a donde ellos les interesa.
Saludos.
Precisamente hoy escribía yo sobre el tema. Y vuelvo a reiterar lo que dije: el que la Iglesia exprese su parecer no es una cuestión de religión, es de justicia.
O vuelve el sentido común y echamos a Rodríguez el Traidor el 9 de marzo o vamos a acabar de nuevo a palos.
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