domingo, 23 de octubre de 2005

La película de la izquierda

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Ya no resulta extraño comprobar cómo los medios de comunicación manejan magistrable y vilmente la opinión de los ciudadanos. En un país donde se alardea de la libertad y de todas las libertades se nos antoja inaudita la condena mediática de la opción de una persona que no comparte los presupuestos políticos del gobierno y de muchos españoles. El afán por levantar ampollas del pasado y dividir al pueblo español, por meter el dedo en la llaga, queda manifiesto en la persona de Francisco Echevarría, socio de la Fundación Francisco Franco, al cual se le ha obligado a dimitir de su puesto en la directiva del F.C. Barcelona. La cosa no sería tan escandalosa si no se le hubiera otorgado a Carillo el honoris causa, precisamente el defensor de las libertades, pero sólo de los que pensaban y piensan como él, supongo. Exactamente lo mismo que ocurre con el actual ejecutivo.

De nuevo se ha demostrado que la parcialidad absoluta del gobierno favorece sus intereses, creando más que dudas sobre su legitimidad como gobierno de todos los españoles. Pero esto es sólo una gota más en el vaso de los despropósitos. Apoyo al mundo islámico, apoyo a los homosexuales, favorecimiento a los inmigrantes ante los derechos de los ciudadanos, apoyo a los no fumandores, ventajas fiscales para unos pocos, y los tejemanejes contra todos aquellos que no comulgan con su credo. Bueno, ¿qué se puede decir de un gobierno cuyo talante es el diálogo y al que se le presentan doce millones de firmas como protesta ante el defalco de las clases de religión sin siquiera recibirlas? Al igual que izquierda unida, que ante el requerimiento de diálogo por parte de la asociación de profesores de religión (Apprece), se niega en rotundo. Para que después salga el tal Llamazares acusando al partido popular de falta de diálogo. ¿A quién pretenden engañar?

Si la labor de Carrillo en la Transición fue fundamental, ¿dónde están los reconocimientos a Fraga y a todos los padres de la Constitución Española? Lo único que hay que hacer para evitar todo este entresijo de los reconocimientos es estudiar y releer la historia reciente de España, miren qué sencillo, pero claro, es más fácil escucharla de una voz fiable y con la risa de fresa. ¡Qué bonitas son las películas históricas!

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