lunes, 31 de octubre de 2005

La guerra y no la paz

Participa a favor de la COPE


La libertad sigue pasando, en estos tiempos, su etapa más oscura y difícil, sobre todo, desde que los dirigentes se han empeñado en derrocar la voz de los testigos del debacle de España, por ejemplo, el ministro Montilla. A él, otro personaje que se sitúa por encima del bien y del mal, pues dijo que la Cadena COPE incitaba al odio, a la división y a la confrontación y que los líderes contrarios levantan banderas y cavan trincheras, se han sumado numerosos medios e instituciones entre las que destaca el CAC, el Consejo Audiovisual de Cataluña (habría que ponerle una "a" más a sus siglas para que el nombre reflejase su realidad contundente), controlado por el tripartito. Este CAC"a", ha abierto expediente a la emisora de la Conferencia Episcopal porque "viola" la Constitución. De modo que, uno de los pocos medios que defiende a ultranza la Constitución es acusada de violarla y de no cumplirla. Esto me suena a chantaje, es decir, que los chantajeados se bajen del burro y dejen a los estorsionadores en paz.

Asímismo, El Periódico de Cataluña, dedicó ayer su editorial a la COPE y a la Iglesia, "La COPE, esa inquisición". El ataque frontal y miserable contra la Iglesia y su emisora manifiesta un odio abyecto contra aquella institución que no calla, que denuncia, que abre los ojos, por los menos, a la mitad de España. Se han atrevido a juzgar la labor de la Iglesia y a decirle lo que tienen que hacer, porque se ve que saben más de los cimientos de la Iglesia que la propia Iglesia. Entre otras cosas dice, que ésta es culpable, que es normal que se vacíen los templos por las contradicciones que ven los fieles, que la gente ya no rellena la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta por este motivo, que la COPE es la nueva inquisición (que no es santa) y que la propia Iglesia sigue aplicando tormento a los herejes a través de esta emisora.

Aparte del desconocimiento histórico de los responsables de este periódico, el recurso al insulto les hace despreciables, precisamente porque no poseen argumentos para defender el estatuto y la caída de España, y lo hacen, cómo no, contra la Iglesia, contra Jiménez Losantos, contra César Vidal y contra Ignacio Villa, periodistas de la COPE. Pero la cosa no queda ahí, también el País se suma a estos ataques contra la COPE y la Iglesia porque no podía ser menos.Y la SER, por su parte, dice de sí misma que se parece a España, y la verdad es que lleva razón, desmembrada, manipuladora y federal.

La maniobra de desprestigio contra la Iglesia, su labor, sus valores, sus acciones y sus miembros queda hoy patente más que nunca desde el atrevimiento a emitir juicios de valor y a pedir su derrocamiento, ya sea por falta de pecunia, ya por falta de apoyo moral. Claro, ahora la Iglesia, está siendo Iglesia y está luchando por los derechos no de sus fieles, sino de todos los españoles, sean creyentes o no.

Si la voz social de los pastores es la Cadena COPE, entonces está haciendo lo que tiene que hacer, y no juzgo, sólo interpreto humildemente los signos de los tiempos e interpreto una situación social que no puede quedar silenciada, porque el ataque contra su emisora es un acto de violencia en toda regla. Lo más sencillo sería rescindir el contrato a los periodistas que son objeto de las críticas, y así la Iglesia seguiría manteniendo su carácter moderado y concialiador, pero Jesús vino a traer la guerra y no la paz.

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