Como si estuviéramos en la Edad Media, las cuestiones entre reinos se gestan entre los propios reyes. Nada notorio si no fuera porque estamos en el siglo XXI y porque el ejecutivo español volvió a emitir una información más que dudosa, ya que ni se ratificará el acuerdo de 1992 sobre la inmigración con el reino del sur, ni continuarán las repatriaciones legales, ni que los más de medio centenar de inmigrantes que saltaron la alambrada de Melilla fueron devueltos amistosamente, sino tras tres llamadas del rey don Juan Carlos al rey de Marruecos, no bastaba con una, mientras que el gobierno de todos los españoles se llevaba los honores de los medios y de algunos más.
Mohamed VI ha hablado y ha descubierto el pastel de la inmigración, menos mal. Así, por lo menos, nuestros adolescentes conocerán de primera mano cómo se las gastaban los nobles en la Edad Media sin tener que coger un libro, aunque no sabrán porqué llaman fascistas a los que defienden su libertad en la calle. Para eso tendrán que seguir estudiando.
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