jueves, 27 de octubre de 2005

La carente moralidad

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Hablar de moralidad en estos tiempos suena, para muchos, a historias de miedo y a prehistoria conceptual, pero, aunque algunos se empeñen en conculcar que la sociedad no se asienta en los valores fundamentales de la persona mientras que tergiversan la realidad para imponer los suyos, la moralidad renace como los pequeños brotes de la tierra seca cuando llueve levemente. El ministro Montilla, por sí mismo y sin ayuda, ha apelado a la moralidad porque dice que algunos medios de comunicación, como la Cadena COPE, no está siguiendo los patrones morales propios del episcopado español. Es normal que diga estas cosas viendo cómo los secuaces apolancados siguen las directrices exactas de su delfín. Donde fueres haz lo que vieres. Y cómo puede conocer los presupuestos morales de este episcopado si el susodicho ministro sólo posee en su haber el título de bachiller, o es que en su vida política consiguió infusamente el conocimiento de la moral personal, socioeconómica y social de la Iglesia. Nadie puede exigir lo que no está dispuesto a dar, y esto es una máxima universal de la ética, sdebería saberlo. El tal Montilla lo pide y lo exige porque su gobierno se ha acostumbrado a seguir la táctica de su personal historia de miedo. El miedo a la libertad, el control de las voluntades, la crítica feroz de la divergencia, la manipulación de la información y la desmesurada dávida a sus adeptos. El gobierno español pretende ser aconfesional cuando no lo es. Pretende usar la sonrisa cuando esconde un zarpazo y pretende ser amoral cuando es inmoral. Quizás la única solución para que la opinión sea unilateral al modo "prisero" es que Polanco compre a la mitad de España y a la Iglesia con todos sus valores cristianos, pero creo que lo va a tener difícil.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé por qué, este tema me ha recordado a Nicolás Maquiavelo cuando explica cómo ha de ser la elección del ministro al comienzo del Capítulo XXII de El Príncipe:
"No es un punto carente de importancia la elección de los ministros, que será buena o mala la cordura del príncipe. La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los hombres que lo rodean si son capaces y fieles, podrá reputárselo por sabio, pues supo hallarlos capaces y mantenerlos fieles; pero cuando no lo son, no podrá considerarse prudente a un príncipe que el primer error que comete en esta elección".
¿Hay alguien que juzgue de inteligente a Zpeitor por tener por ministro a Montilla (entre otros)? "Pues hay tres clases de cerebros: el primero discierne por sí; el segundo entiende lo que los otros disciernen y el tercero no discierne ni entiende lo que los otros disciernen. El primero es excelente. El segundo es bueno y el tercero inútil".
Yo voy a pedir el comodín del público.

Ánimo Fede!!!

El Gorrión dijo...

Gracias Susana, has dado en el clavo. Yo pediré el comodín del teléfono. Dí el de la Moncloa. Haber si tenemos suerte.
Un saludo.