Teresa Fernández de la Vega ha manifestado en estos días que el Gobierno está siendo demasiado bondadoso ya con la Iglesia y que es menester, por tanto, no que crezcan las ayudas hacia ella, sino que vayan disminuyendo paulatinamente, que va siendo hora, pensará.
Por su parte, Miguel Iceta, portavoz del PSC, dice que la Iglesia ejerce actitudes demoniacas, tal y como se ha podido comprobar en los diferentes medios de comuncación, ya que este señor, ha recibido más cobertura mediática que la propia manifestación del doce de noviembre contra la LOE. Por lo que se ve, posee una vocación desconocida, hasta en su casa, de teólogo, eso sí, anticristiano. Pero me da a mí la impresión que éste es otro maestro liendres, porque dice que ha consultado a teólogos cercanos a la Iglesia y que se preguntan que para qué necesita Dios una radio. Y me pregunto yo entonces, que si el Verbo es la Palabra, y lo propio de la palabra es comunicarse, ¿qué mejor modo de comunicarse que la radio? La lógica es palmaria.
Lo primero que deberían hacer estos teólogos es leerse las directrices del magisterio sobre los medios de comunicación social y su utilización para los fines que persigue la Iglesia, y no son precisamente, ni propagandísticos ni lucrativos.
El portavoz de Conferecia Episcopal Española, incluido su porte, ha estado certero, aunque no siempre fue así a mi humilde entender. Pues ha manifestado en rueda de prensa que no es, precisamente, el Gobierno, quien dona los fondos a la Iglesia por su beneplácita bondad, sino que es todo un 86% de los españoles, de modo personal y libre, los que deciden adónde quiere destinar su Impuesto. Así, los 144 millones de euros que recibe anualmente la Iglesia de mano de los contribuyentes ahorra al Estado 6.000 millones de euros. Claro, pero ya es hora de que se le quiten las ayudas a la Iglesia porque el Gobierno de España es demasiado bondadoso. Aunque para la mezquita de al lado de mi casa la subvención es del cien por cien. Voy a ir a la Moncloa a pedirle una subvención a Zapatero para construir una ermita en mi pueblo porque no hay fondos, ya que el edil socialista los gastó en viajes y dietas, y en muchas cosas más que espero que se vayan descubriendo.
Lo que se deduce de toda esta situación es que nuestros dirigentes hacen gala de un desconocimiento total y absoluto de lo que significa la Iglesia y su labor en España y en todo el mundo. Supongo que eligieron alternativa, porque el "Id y enseñad" no es adoctrinar, sino promover a la persona,también y, sobre todo, usando los medios de comunicación social, el camino de una Iglesia presente y actual. El único ágora no es la parroquia, sino todos los ámbitos de la vida del cristiano, que también es ciudadano.
Siempre se ha criticado la doble moral de los cristianos y, ahora, que intentan ser uno, sin diferenciar su condición de cristianos y su condición de ciudadanos en la sociedad, se les acusa intentando que viva en la nube paradisiáca del Edén religioso. Se pretende que la Iglesia siga siendo lo que siempre se le ha criticado para que esté fuera de la vida social y del presente.
Montilla critica a la Iglesia como si estuviera por encima del bien y de mal, lo que no hace otra cosa que descubrir la adolescencia del Gobierno. "Como me has criticado, te quito las ayudas", "no eres digna de mi confianza", "mala, mala y más que mala, pensarán sobre la Iglesia. Pero la frase elemental será "eso no se hace", lo mismo que dice un adolescente que juega a ser adulto.
La Iglesia no lleva a cabo más que la realización de su propia esencia, a saber, la defensa de la justicia y la denuncia de la injusticia, el apoyo moral y físico a todos los necesitados, la búsqueda de la paz, la autoafirmación de todo valor humano y la condena de todos los antivalores que esclavizan a la persona...
Se puede estar de acuerdo o no con la labor de la Iglesia y con sus creencias, pero es inmoral decirle a alguien o a una institución lo que debe hacer, sobre todo, si esas palabras no nacen de la crítica constructiva, sino desde una intención de destrucción en pro de unos intereses nada loables.
Lo dicho, un Gobierno adolescente que pretende ser adulto no puede gobernar, porque para eso se inventaron el siglo pasado eso de la adolescencia, para encaminarse a la responsabilidad y la libertad mediante el método del ensayo y el error. Y la Moncloa no es el mejor sitio para tamaña labor. Dos mil años son muchos años, y no está bien meterse con los mayores.
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