
¿Qué se puede esperar de un gobierno que hace uso del insulto fácil y de la calumnia la nota primordial de su ser gobernante? ¿No ha de ser el Gobierno el que ponga en práctica la mesura y el buen hacer, incluso, cuando se les denuncia frontalmente? La historia de la democracia tiene muchos puntos negros, muchos capítulos difílcilmente comprensibles desde la búsqueda de las libertades, pero el momento que España está viviendo, o soportando, no posee parangón, sobre todo, si viene de donde viene.
¿Dónde estaba el señor Presidente cuando les fueron entregadas los tres millones de firmas en defensa de la clase de religión? ¿Dónde cuando la manifestación de la AVT? ¿Dónde cuando los familiares y vecinos de los fallecidos en el incendio de Guadalajara buscaban una palabra de consuelo y una explicación coherente de lo ocurrido?
Los españoles tenemos un Gobierno cuya premisa fundamental es la inmoralidad política junto a su consiguiente legitimidad, apoyada por la manipulación informativa de unos medios ingentes de comunicación y con dotaciones económicas exorbitantes, si no, con favores en especie. La misma indecencia gubernametal planea sobre nuestras cabezas como si fuera lo más normal de la democracia española.
Si FILESA ha vuelto en forma de OPA amañada en favor de Gas Natural y La Caixa, mientras nuestro Ministro de Industria nos revela el nuevo modo de funcionamiento de las cajas que perdona las deudas y los intereses de sus deudores, si ha vuelto la LOGSE para formar a los navideños laicos de este nuevo siglo, si España queda desmembrada sin que se erice siquiera el vello axilar... sólo nos queda pensar que hemos tenido la inmensa suerte de ser gobernados por tan íntegros gobernantes, que todos los que denuncian, en realidad, son los verdaderos culpables de aquello que denuncian.
La palabra dimisión también forma parte del diccionario de la RAE y de todos los diccionarios del mundo. Aunque la destitución inminente, síntoma de un gobierno sano, quizás, piensen que pertenece a la utopía de un mundo irreal, porque la moral, desgraciadamente, no consta en el léxico de Zapatero.
¿Con qué valor sustituirán la dignidad y la responsabilidad en la nueva "Educación para la Ciudadanía" si estos conceptos no forman parte del sistema ético de los titulares del socialismo español contemporáneo?
Lo que es verdaderamente triste es que los que defienden la libertad y denuncian la injusticia en el marco de un sistema democrático no sean calificados con otro nombre que el de ilusos. Aunque también sucede que muchos creyeron que David no podía vencer a Goliat. Tarde o temprano se repetirá la Historia.
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